Desde que se fue, ahí están colgadas del clavo, esperando el momento en que él llegue y regresen a recorrer campos y viñedos.
Todavía recuerda el día, cada vez más lejano, que volvieron de faenar, cansados, tal vez un poco más de lo habitual. Había sido un día muy ventoso, anunciaba una lluvia que sabía que no caería, y eso convertía la jornada en más pesada de lo habitual.
Las dejó ahí colgadas a la espera de un regreso que nunca se producirá, porque él se fue. Esa jornada fue demasiado pesada para su viejo cuerpo, no fue capaz de volver a levantarse, el dulzor y tibieza de las sábanas lo acompañaran eternamente.
*Foto realizada con: Nikon z6