Qué orgulloso se le ve al Señor Cisne, caminando hacia el lago, a su lado su primogénito, varón, por supuesto, como debe ser en toda «buena familia».
En su caminar se aprecia el orgullo de tener un hijo tan magnífico, que ya apunta maneras para ser el rey del lago, va a llevar a todas las hembras de calle y podrá perpetuarse con quien quiera, pero no, solo será con la más bella y noble de todas las damiselas cisnes, él ya se ocupará de escoger a la adecuada.
Y ¿el polluelo? ahí va henchido de adoración paterna, cabeza erguida, paso seguro, siguiendo el camino que le muestra su progenitor hacia un futuro que no se cuestiona y tiene trazado desde antes de nacer.
*Foto realizada con: Nikon z6